En
el año 2008 se produce una fuerte crisis financiera proveniente de Estados
Unidos. Que afecta a nivel mundial con la explosión de la burbuja inmobiliaria de
2005. La crisis afecta fuertemente a nuestro país dando lugar a una serie de
reformas y recortes…
Así
se supone que empezaría la historia. Pero muchos nos preguntamos ¿Qué hay
detrás de esto? Escuchamos a diario en las noticias las mismas palabras:
déficit público, desahucios, recortes, corrupción... Y nos limitamos a
quedarnos con lo que nos dicen. Creando una opinión generalizada de que “la
culpa es del gobierno” o “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
Pero nada más lejos de la realidad, busquemos de verdad de dónde ha venido el
problema. Aunque el saber la auténtica verdad nos indigne más de lo que nos
pueda tranquilizar. Yo no soy de las personas que diría: “corazón que no ve,
corazón que no siente”. Prefiero saber y con ello, en cierto modo, sentirme más
libre. Y no una persona más a la que dejan contenta con cuatro debates de
Telecinco, donde nos llegamos a creer que ahí se está mostrando el auténtico
periodismo.
Vivimos
en una sociedad capitalista en la que “en teoría” se autorregula vía mercados: la
ley de la oferta y la demanda. Y dicha economía, a través de esta
autorregulación, tiende hacia el equilibrio. Digo en teoría, porque esta
tendencia al equilibrio solo tiene lugar en los libros. El capitalismo es de
todo menos estabilidad, funciona en constantes desequilibrios, dando a lugar a
crisis tan graves como es la actual. Y este sistema
capitalista es el que nos conduce inevitablemente a distintos periodos de
crisis. Y ahora, centrándome en España, vemos lo que este sistema puede
suponer.
No
hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, como escuchamos
constantemente. En el momento de debacle de la crisis nuestros ingresos eran
mayores que nuestros gastos. La culpa está en una caída de los ingresos que proviene de la caída de la actividad
económica, un componente muy claro del estallido de la burbuja. Y también en el
aumento del gasto. Además de que en el momento de bonaza económica no se
invirtió el gasto público en el aumento de pensiones, ni de un elevado aumento
en los sectores de sanidad o educación.
En
el sector privado es donde se encuentra la causa de la situación que estamos
viviendo y no en el sector público. Su excesivo endeudamiento, debido a la
concesión de crédito sin límites (hipotecas subprime).
Ha llevado a que el Estado sea el que se encargue de esa deuda, siendo nosotros
los que finalmente la paguemos. Como con la subida impuestos indirectos (el
tabaco, el alcohol, alimentos, etc), que son los impuestos menos justos, ya que
a medida que se tiene menos renta se destina más proporción al consumo, y
cuando más dinero se tiene se destina más dinero al ahorro. Los recortes en
sanidad y educación nos están privando de nuestros derechos, impidiendo el
acceso de gran parte de la población. Pero todo esto son las supuestas “medidas
inevitables” que se deben tomar para superar la crisis.
Nosotros,
el pueblo, y no los grandes empresarios y fortunas somos los que estamos
sufriendo esta situación. Para ellos no hay crisis. Evaden impuestos y “aquí no
pasa nada”. Es increíble ver como se les conceden privilegios pagando un 0% de
impuestos a través de sociedades en paraísos fiscales. Más bien lo que es nada
de nada. El coste del fraude fiscal en España asciende a unos 70.000 millones €
al año, alrededor del 23% del PIB, lo
que equivale al presupuesto sanitario español. Si se recaudaran todos estos
impuestos de grandes empresarios podría sostenerse de sobra el sistema público sanitario.
Entonces, viendo todo esto, ¿eran necesarios los recortes?
No
creo que los recortes sean la solución a la crisis. Las familias cada vez se
están empobreciendo más y hay menos consumo. Por lo tanto, si no hay consumo,
no hay demanda ni producción como para dar trabajo al 26 % de la población
parada. Pero después de haber asistido al curso me he dado cuenta de que detrás
hay muchos intereses que quizás impidan un buen, y sobre todo, justo
funcionamiento en la economía. No sé qué futuro nos espera, pero al menos me
reconforta pensar que hemos tenido que llegar a esta situación para despertar y
darnos cuenta de que todo no era tan bonito como parecía.
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